martes, 14 de diciembre de 2010

Un pequeño susto

Cuando me desperté ya era casi la hora de cenar y Paola todavía no había vuelto del trabajo así que decidí bajar y andar por la calle un rato. Yo estaba muy feliz pero también me acordaba mucho de mi familia, me hubiera gustado que vieran todo aquello, los gigantescos edificios, los parques, los autobuses y coches… No conocía las calles y no me di cuenta de que anduve bastante rato hasta que no supe donde me encontraba, no sabía qué hacer y decidí preguntar a un hombre que pasaba por allí. Éste, en vez de responderme, me contestó de malas maneras y se fue rápido jurando en voz baja. Yo me quedé bastante impresionada porque no me lo esperaba, en mi pueblecito todo el mundo ayuda a los extranjeros y cuando nos preguntan dónde se encuentran i por dónde se llega a algún lugar se lo indicamos amablemente o incluso le acompañamos para asegurarnos de que llega a donde quería. Después de aquello, con lo que me quedé perpleja, ya no me atrevía a preguntar a otra persona y ya empezaba a ser bastante de noche por lo que comencé a preocuparme sobre cómo iba a volver o qué iba a pensar Paola cuando viera que no estaba en casa y que no aparecía pronto, además no podíamos contactar porque evidentemente yo no poseía teléfono móvil.
Entré en un bar para llamar a la casa, para ver si había llegado ya Paola, y tuve la suerte de que ¡ése era el bar donde ella trabajaba! Me alegré tanto que no supe casi reaccionar, le conté lo que me había pasado y me dijo que no me preocupara, que ya estaba todo bien y que enseguida volvíamos a casa, por lo que me tranquilicé y me senté a esperarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario